El miércoles 9 de agosto fue asesinado el candidato a la Presidencia de la República de Ecuador, Fernando Villavicencio del Movimiento Concertación, habiéndose producido otro lamentable asesinato, el de Pedro Briones dirigente en Esmeraldas de Revolución Ciudadana, el último 14.

En América Latina, asesinatos de políticos han ocurrido en otros año, en circunstancias diferentes: Luis Galán en 1989 en Colombia, Bernardo Jaramillo en 1990, Carlos Pizarro 1990 y, en México, Luis Colosio en 1994.

El candidato asesinado denunciaba hechos de corrupción presuntos en la república ecuatorianas, así como la penetración e injerencia del narcotráfico en la política ecuatoriana.

En discursos varios Villavicencio retaba a José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, cabecilla de la banda delictiva “Los Choneros”, preso y condenado a 34 años de cárcel.

La corrupción y las organizaciones criminales y las vinculadas al narcotráfico están penetrando la vida política, económica y social en el mundo en particular en América Latina. Vemos organizaciones criminales como el Tren de Aragua en Venezuela, los Carteles de Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa en México, etc.

En el Perú, varios dirigentes políticos, incluso organizaciones políticas reconocidas legalmente y con representación parlamentaria, son investigadas bajo sospechas de ser organizaciones criminals. Investigadores desde el periodismo, la sociología y politología han denunciado a decenas de políticos y congresistas de estar vinculados a actividades delictivas, como el narcotráfico, lavado de activos, minería ilegal, trata de personas y otros delitos.

Necesitamos revertir la visión de que en política todo vale, de una práctica de intereses y expectativas individuales, egoístas, de aprovechamiento del Estado y el erario nacional.

Es preciso debatir políticas efectivas de combate al narcotráfico. Proponemos analizar sin dogmatismo ni prejuicios la propuesta de legalización de las drogas para para controlarlas y combatirlas con inteligencia y eficiencia, como plantean políticos y académicos como Henry Kissinger y Jimmy Carter, entre otros.

En defensa de la democracia, la sociedad y el bienestar común, cerremos el paso a la penetración de la criminalidad en la política.