A pesar de que uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible hacia el 2030 es la eliminación del hambre en el mundo, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) señala que 193 millones de personas en 53 países padecieron hambre entre el 2020 y el 2021, 40 millones más que el año anterior.

El desarrollo del sector agropecuario resulta imprescindible al ser fuente de alimentos, aunque por su lenta innovación tecnológica, transfiere valor a otros sectores de mayor dinamismo. Por ello, los estados suelen adoptar políticas de seguridad alimentaria y protección agropecuaria, buscando ser menos vulnerables ante escasez eventual.

El modelo económico neoliberal de aplicación en el Perú, no permite el desarrollo adecuado de medidas de seguridad alimentaria ni de protección al sector agropecuario. Al retrasar su modernización, se torna vulnerable al cambio climático, las contingencias climáticas y la volatilidad de precios en el mercado mundial de alimentos.

Las reformas agrarias aplicadas en gran número de países, buscaban limitar la concentración de propiedad de tierras. Aunque el gobierno de Pedro Castillo anunció la aplicación de una “segunda reforma agraria” con “modernización tecnológica” y “medidas de seguridad y protección” al sector agropecuario, la conducción del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego sigue a la deriva.

La alerta de la FAO sobre una probable hambruna es una oportunidad para implementar políticas que reduzcan nuestra dependencia de fertilizantes y de alimentos, avanzar en transformar nuestra matriz productiva y alimentaria transformando nuestra dieta y dependencia y fomentar el empleo de fertilizantes orgánicos y el consumo de productos nuestros, papa, camote, granos andinos, quinua, cañihua, kiwicha. Es indispensable modernización tecnológica y protección del sector agropecuario.

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