Hace más de 15 días cientos de migrantes, venezolanos, colombianos y haitianos fundamentalmente, se encuentran en la llamada tierra de nadie, frontera entre Chile y Perú, expulsados por el gobierno chileno y sin poder ingresar al territorio peruano.

Ambos países han movilizado efectivos de sus Fuerzas Armadas para apoyar a sus respectivas policías en la labor de impedir que los migrantes, convertidos en verdaderos parias, puedan entrar a sus territorios.

Se exige que los migrantes “ilegales” regularicen su situación y se “formalicen”, presenten pasaportes que no tienen o presenten permisos de ingresos que tampoco poseen. Transcurre el tiempo y empeora su ya dramática situación humanitaria.

El origen de la migración venezolana es el bloqueo que las potencias occidentales encabezadas por los Estados Unidos imponen a una Venezuela con un gobierno que aún no logra reactivar su economía. Es el bloqueo geopolítico y racial impuesto sobre Haití por la osadía de haber sido el primer país latinoamericano en proclamar su independencia. Es la violencia que imponen bandas de narcotraficantes y de la cual huyen los colombianos.

Una propuesta de avance de solución a esta crisis migratoria es implementar una política consensuada y asumida en forma multilateral de todos los países involucrados que permita, cesar los bloqueos irracionales a otros Estados y gobiernos por dogmatismo ideológico, implementados en forma inhumana.

Nuestros gobiernos deben implementar acuerdos que pongan por delante la integración humana con un libre tránsito entre países, así como respetar los acuerdos firmados. Si expulsas a un ciudadano de otro país debes repatriarlo, no simplemente expulsarlo, violando todo derecho humanitario.