La movilización nacional del 19 de julio produjo 95 movilizaciones en un tercio de las provincias registradas. Se convocó en las 25 regiones del país, mientras que en Lima se movilizaron más de 20,000 personas, en que hubo heridas 8 personas, 6 civiles y 2 policías. Todo esto según datos de la propia Defensoría del Pueblo.

Se ha producido un innegable salto cualitativo de la protesta en relación a las movilizaciones de los primeros meses. Porque, descartando a los provocadores, fueron marchas pacíficas rechazando la campaña oficialista que presentaba a los protestantes como violentistas pretendiendo “tomar” y destruir Lima. El civismo demostrado fortalece nuestra democracia.

La violencia y los heridos no fueron resultado de la acción de los movilizados sino resultado de la violencia con la que el gobierno confrontó las movilizaciones. Fueron el resultado de provocadores que, aislados por los movilizados, no lograron su cometido.

La movilización anterior focalizada en el sur, hoy es nacional. La consigna es !!que se vayan todos y adelanto de elecciones ya!! Este objetivo no se logra esta semana ni para Fiestas Patrias, pero el desenlace se acerca. La disyuntiva de una salida represiva y dura por un lado y una democracia más sólida, basada en el diálogo, acuerdos y tolerancia, se perfila del otro.

Conocer la verdad y la sanción ineludible a los responsables de más de 60 muertes, ayuda a fortalecer nuestra democracia, hoy debilitada por un modelo político constitucional dogmáticamente neoliberal, impuesto por la Constitución de 1993 aún vigente aunque ya ilegítima, la que aspiramos a cambiar,

Queda sistematizar las demandas y reclamos, así como proponer soluciones. Estas Fiestas Patrias serán importantes. Las movilizaciones continuarán porque los problemas tan grandes requieren soluciones grandes, y éstos pueden empezar a resolverse si renuncia la actual presidenta Dina Boluarte.